sábado, 1 de junio de 2013

¿Y usted?

Yo tenía una certeza
habitada por una incertidumbre
demasiado real para ser ignorada.
Un día floreció
y el tormento eterno que había prometido
no era sino la vida misma
fluyendo cotidiana.

Ese dolor que se avecinaba
como nubarrones de chubasco inconfundibles
se disipó orgánico sobre el espacio
y pasó sin advertencia.
Lamentablemente, en estos ojos sin tregua
habían caído las últimas hojas
y ya estaba atardeciendo.


No hay comentarios: