Ella cantaba de soledad y absurdos
mientras mi corazón se diluía en el pecho
y como sudor emergía por los poros.
Se esparcía por la vida
buscándola a ciegas.
Ella se desnudaba ante todos
en la desnudez más vulnerable,
vestida pero cantando,
y entre murmullos sutiles
sus ojos explotaban en mi mente
firmando para siempre su residencia.
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